jueves, 1 de abril de 2010

Leyenda Maya: Itzamná; “Dios de la Sabiduría”.


Hace mucho, pero mucho tiempo, el señor Itzamná decidió crear una tierra que fuera tan hermosa que todo aquél que la conociera quisiera vivir allí, enamorado de su belleza.

Entonces creó El Mayab, la tierra de los elegidos, y sembró en ella las más bellas flores (símbolo de las virtudes que se obtienen cuando eliminamos defectos) que adornaran los caminos, creó enormes cenotes cuyas aguas cristalinas (representación de las aguas creadoras, de la fuerza sexual que sabiamente trabajada nos conduce al triunfo, a la luz) reflejaran la luz del sol y también profundas cavernas llenas de misterio (alegoría del inframundo o mundos infiernos, destino final de todo aquel que no elimine sus Yoes).

Después, Itzamná le entregó la nueva tierra a los mayas (El Paraíso o tierra prometida) y escogió tres animales (el 3, base de toda creación) para que vivieran por siempre en El Mayab y quien pensara en ellos lo recordara de inmediato.

Los elegidos por Itzamná fueron el faisán, (símbolo del Espíritu, del Padre que está en secreto) el venado (representación maravillosa del Hijo que sólo sigue los consejos del Padre) y la serpiente de cascabel (alegoría sublime de la Madre, la fuerza femenina, que el Hijo debe utilizar sabiamente para recuperar la tierra prometida).

Los sabios mayas vivieron felices en esa tierra y se encargaron de construir palacios (representación de la Piedra Filosofal ya pulida, la Catedral del Alma que debemos construir) y ciudades de piedra (alegoría del Sexo, del trabajo con la piedra: El Sexo, piedra de tropiezo y roca de escándalo según rezan las Sagradas escrituras), mientras, los animales que escogió Itzamná no se cansaban de recorrer El Mayab.

El faisán volaba hasta los árboles más altos y su grito era tan poderoso que podían escucharle todos los habitantes de esa tierra. El venado corría ligero como el viento y la serpiente movía sus cascabeles para producir música a su paso.

Así era la vida en El Mayab, hasta que un día, los chilam, o sea los adivinos mayas, vieron en el futuro algo que les causó gran tristeza (el triste final de toda raza que se degenera). Entonces, llamaron a todos los habitantes, para anunciar lo siguiente: —Tenemos que dar noticias que les causarán mucha pena. Pronto nos invadirán hombres venidos de muy lejos (la conquista española); traerán armas y pelearán contra nosotros para quitarnos nuestra tierra. Tal vez no podamos defender El Mayab y lo perderemos.

Al oír las palabras de los chilam, el faisán huyó de inmediato a la selva y se escondió entre las yerbas, pues prefirió dejar de volar para que los invasores no lo encontraran. (Cuando el hijo no quiere regenerarse, cuando no quiere dejar de pecar, el padre lo abandona a su suerte.)

Cuando el venado supo que perdería su tierra, sintió una gran tristeza; entonces lloró tanto, que sus lágrimas formaron muchas aguadas. A partir de ese momento, al venado le quedaron los ojos muy húmedos, como si estuviera triste siempre. (El ser humano degenerado, no cree en su dolorido final hasta que lo tiene encima)

Sin duda, quien más se enojó al saber de la conquista fue la serpiente de cascabel; ella decidió olvidar su música y luchar con los enemigos; así que creó un nuevo sonido que produce al mover la cola y que ahora usa antes de atacar.

(La Madre siempre estará al lado de su amado hijo, ayudándolo, incitándolo a la lucha contra sí mismo y así pueda recuperar el Paraíso perdido)

Como dijeron los chilam, los extranjeros (piezas de la Ley de causa y efecto, La Ley del Karma) conquistaron El Mayab. Pero aún así, un famoso adivino maya anunció que los tres animales elegidos por Itzamná cumplirán una importante misión en su tierra. Los mayas aún recuerdan las palabras que una vez dijo:

—Mientras las ceibas estén en pie (refiriéndose a los dos árboles del Edén: Uno es el Árbol del Conocimiento. Otro es el Árbol de la Vida. El primero da la Sabiduría. El segundo te hace inmortal) y las cavernas de El Mayab sigan abiertas (los mundos internos donde baja a trabajar el adepto), habrá esperanza. Llegará el día en que recobraremos nuestra tierra, entonces los mayas deberán reunirse y combatir. Sabrán que la fecha ha llegado cuando reciban tres señales. La primera será del faisán (el llamado del Padre a la lucha), quien volará sobre los árboles más altos y su sombra podrá verse en todo El Mayab. La segunda señal la traerá el venado, pues atravesará esta tierra de un solo salto (el Hijo haciéndose resuelto la disección con el bisturí de la autocritica). La tercera mensajera será la serpiente de cascabel (la Madre acompañando a su hijo en la lucha por la redención), que producirá música de nuevo y ésta se oirá por todas partes. Con estas tres señales, los animales avisarán a los mayas que es tiempo de recuperar la tierra que les quitaron.

Ése fue el anuncio del adivino, pero el día aún no llega (ese día llega cuando el ser humano se resuelve a eliminar a los señores de Xibalbá que cita la portentosa mitología Maya: todos sus defectos, sus errores internos, los pecados capitales). Mientras tanto, los tres animales se preparan para estar listos. Así, el faisán alisa sus alas, el venado afila sus pezuñas y la serpiente frota sus cascabeles. Sólo esperan el momento de ser los mensajeros que reúnan a los mayas para recobrar El Mayab, la Tierra de los pocos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario