jueves, 1 de julio de 2010

Deuda Ecológica y Petróleo


Problemática de la deuda ecológica

La desacralización de la tierra, pues las culturas ligadas a la tierra, consideran a la tierra la madre y al petróleo su sangre.
El exterminio de culturas y el sacrificio de la salud de los pueblos.
La pérdida de biodiversidad silvestre y agrícola debido a la contaminación que genera esta actividad.
La destrucción de ecosistemas (mares, costas, bosques, etc.) y la anulación de los servicios ambientales que estos proveen.
La erosión o pérdida de otras fuentes de energía limpia, renovable y de bajo impacto debido a la promoción diferentes tipos de préstamos y a la eliminación de impuestos.
La producción de toneladas de Carbono que llegan inevitablemente a la atmósfera y que rebasan la capacidad de absorción del planeta y que provocan el aumento del efecto invernadero y los cambios climáticos.
La imposición de aumentar las exportaciones de hidrocarburos para pagar la creciente deuda externa.
La apropiación y control de bienes públicos.
El acaparamiento y control monopólico de un recurso estratégico, a través de cual se controla la base del sistema productivo de la sociedad industrial.
Las exportaciones de petróleo y gas no incluyen los costos sociales y ambientales, locales y globales.
Frente a la deuda ecológica os proponemos

La moratoria a la exploración petrolera: iniciar un moratoria a toda la nueva actividad exploratoria que supone detener la destrucción ambiental y cultural que genera esta industria y evitar que la deuda ecológica se incremente. Impedir que nuevas áreas se afecten debido a la explotación de petróleo y gas ya que la conservación de los ecosistemas naturales existentes es la única garantía de sobrevivencia de los pueblos tradicionales alrededor del mundo.
Respetar las figuras jurídicas que sustentan la moratoria a la exploración de petróleo y gas como son los derechos consuetudinarios de los pueblos indígenas y comunidades locales de precautelar la integridad de su territorio y cultura; también los marcos legales nacionales y del derecho internacional, como son el Convenio de Diversidad Biológica, el convenio 169 de la OIT, entre otros.
La soberanía energética: por muchos años hemos exportado petróleo y gas a precios baratos, sin incluir el tiempo y el trabajo para su producción, ni los daños ambientales y culturales que esto ha generado.
El aumento actual de los precios del petróleo está provocando reacciones tales como: la presión a los países productores para colocar más petróleo en el mercado; una mayor presión a los países no miembros de la OPEP para aumentar las reservas, garantizando su acceso a estos recursos; y, el incremento en la cantidad de crudo en el mercado, gracias a reservas de países como Estados Unidos, lo que provocará, a más de los impactos locales y globales, una mayor pérdida de soberanía energética.
Los grandes consumidores y las empresas petroleras han impuesto tradicionalmente los precios del petróleo tomado solamente como referencia los costos de extracción y transporte.
La soberanía energética implica proteger los bienes y recursos, evitar su despilfarro y desarrollar capacidades de autonomía a nivel local y nacional. La mejor manera de garantizar la independencia es desarrollar proyectos de energía a pequeña escala, limpios, autónomos y que no requieran de grandes inversiones. Es necesario reorientar las inversiones, préstamos y subsidios hacia proyectos de energías renovables, limpias y de bajo impacto, que permitan el fomento de las energías sustentables y descentralizadas en base a tecnologías y base científica que ya existe en el Sur.
La soberanía alimentaria: la importación de productos elaborados está subsidiada por el petróleo barato que hemos exportado y nos esclaviza a la dependencia. Una agricultura basada en insumos externos implica utilizar todo un paquete tecnológico que nos obliga a comprar semillas, abonos, plaguicidas, y maquinaria cuyo sustento es el del petróleo. También los alimentos importados están inyectados de petróleo y compiten deslealmente con las producciones nacionales. Estados Unidos que es el principal consumidor de petróleo, y es el principal productor agrícola del mundo, ha logrado establecer un modelo por el cual todos los países pobres lo subsidian.
Para un Estado la soberanía alimentaria implica eliminar todas las actividades que son altamente consumidoras de energía como es la agricultura mecanizada, los cultivos de agroexportación, etc. y que, además, amenazan a otras actividades que son productoras netas de energía, como la agricultura campesina, la recolección, la pesca, etc.
Recuperar la capacidad de sustentación: si reparamos en los verdaderos costos del petróleo, veremos que hemos perdido territorio, salud, dignidad y dinero. En las zonas afectadas por la contaminación petrolera, será posible hablar de soberanía sólo en la medida en que se logre su restauración ambiental y se recupere la capacidad de autosustentación. Juzgar a las empresas petroleras en su país de origen, por los daños ambientales, es una forma de evitar la impunidad ambiental. Permitirá recuperar la capacidad de sustentación y la soberanía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario