jueves, 1 de julio de 2010

Fungicidas vegetales, eficacia natural


Desde la más remota antigüedad el uso de las plantas para la salud humana, animal o para las plantas, ha acompañado al hombre en su peregrinar hasta nuestros días.

El uso de las flores del piretro ya se conocía hace miles de años en China aunque fue en Persia donde se extendió su uso, manteniéndose en secreto hasta el siglo XX.

Al igual que el Neem, árbol sagrado de la India, con innumerables propiedades curativas para el hombre y los animales.
A partir del siglo XX es cuando se ha empezado a recuperar el uso de los fungicidas vegetales.

¿Cómo funcionan los fungicidas vegetales?

En general hablamos de los principios activos que cada planta posee y que son sustancias elaboradas por las propias plantas como mecanismos de autoprotección.

Así en el ajo (utilizado desde tiempo inmemorial por los indígenas de Sudamérica) encontramos principios activos como los sulfuros y derivados azufrados, sustancias similares las hay también en las cebollas y en las capuchinas.
La cola de caballo (esquisetum arvense) es un fungicida de carácter preventivo, aunque también es insectífuga, sus principios activos son alcaloides y sílice principalmente y han hecho de esta planta de las más conocidas y usadas por todos los jardineros y horticultores. Heterósidos, flavonoides, aceites esenciales (timol, geraniol, carcavol, limoneno, tuyona, citral, mentol, etc.), taninos, glucósidos y tantos otros compuestos configuran un poderoso arsenal de las plantas frente a las enfermedades fúngicas.
Los extractos de manzanilla, ruda, caléndula, hojas tiernas de eucalipto, neem, venturosa (Lantana Camara L.) tomillo, limoncillo, ortigas, rábano silvestre, canela (ésta se ha mostrado extraordinariamente eficaz contra la sigatoka del plátano, la enfermedad más importante a nivel mundial de este cultivo) y otras, se utilizan ampliamente para el control de enfermedades fúngicas.
Otras formas de actuar

Aunque los citados principios activos actúan de modo directo, debemos comentar que otras plantas como la ortiga, consuelda o bardana actúan de un modo distinto, es decir activando complicados mecanismos de defensa y estimulando la vegetación en general.

Estas plantas, además de usarse, como fungicidas vegetales directos (pulverizando el follaje), las podemos utilizar regando el suelo, sirviendo de abono y estimulando la flora microbiana ya que son activadoras del compost.

Como elaborar los fungicidas vegetales

Maceración: Las plantas se pondrán en un recipiente vertiendo agua fría sobre ellas, durante 24 horas. Filtrar y utilizar. Se utilizan sin diluir.
Fermentación: Se procede igual que en el anterior caso pero el tiempo puede oscilar entre los 4 días hasta los 10 días incluso más, dependiendo de las características de la planta. Controlar la fermentación, remover diariamente.
Decocción: Las plantas se ponen en remojo durante 24 horas y luego se hierven durante 20 a 30 minutos. Tapar durante la cocción y mientras se enfría y colar antes de usar. Este procedimiento es para raíces, cortezas, tallos secos y en general para las plantas y partes más duras. No se conservan más que unas horas, por tanto utilizar lo antes posible.
Infusión: Desmenuzadas las plantas, se colocan en un recipiente y se vierte el agua hirviendo sobre ellas. Se tapa el recipiente y se dejan reposar entre 12 y 24 horas. Otra técnica sería ponerlas a hervir suavemente y apagar el fuego al llegar a ebullición. Dejar enfriar y utilizar. Si nos sobra se podría guardar en la nevera algunos días. Este procedimiento se utiliza en aquellas plantas que utilizamos las flores y capítulos florales, hojas y en general las partes más tiernas.
Otros aspectos importantísimos

Calidad del agua. Es importante tener en cuenta la calidad del agua a la hora de elaborar los preparados de fungicidas vegetales. El agua ideal es la de lluvia recogida de los tejados, pero a falta de ésta podemos utilizar otro tipo de aguas como de manantial y la que utilicemos para riego, teniendo en cuenta que el agua no sea demasiado caliza y que si proviene de un pozo, debemos asegurarnos que no está contaminada de nitratos u otras sustancias nocivas.
Recolección de las plantas. Las plantas deben recolectarse convenientemente y secarlas invertidas y a la sombra, con el fin de que mantengan sus propiedades. Esta operación se realiza sobre las plantas cuyo ciclo vital no permite disponer de planta fresca todo el año. Ante el dilema entre plantas cultivadas o plantas silvestres, me inclino por la planta fresca pero dependerá de nuestra capacidad para cultivarlas, conservarlas, etc.
Tipos de recipientes. No conviene que los recipientes para los distintos procedimientos sean metálicos, a excepción del acero. Los toneles son buenos pero tienen el inconveniente de las posibles pérdidas cuando se dejan de utilizar y se secan. Los más utilizados para elaborar fungicidas vegetales son los de plástico, por su comodidad y versatilidad. Sería interesante disponer de tiras de ph para hacer las mediciones, sobre todo, con las fermentaciones.
No hay que tener miedo a experimentar

Y por último, un poquito del espíritu científico para medir, agitar, trasegar y filtrar pero, sobre todo, para anotar los distintos pasos y resultados para futuras correcciones de vuestros fungicidas vegetales. Esta será nuestra mejor arma, con paciencia, moviéndonos en ensayos entre el acierto y el error.

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