jueves, 1 de julio de 2010
Deuda Histórica Española
Como es bien sabido, el concepto de deuda va más allá de lo financiero. Acercarnos al concepto de "deuda", significa en su sentido más simple, referirnos a un mínimo de dos sujetos individuales o colectivos, entre los que se ha dado algún tipo de intercambio o interacción desigual. Ese mismo intercambio puede observarse desde múltiples facetas, una de ellas financiera y relativa a la historia contemporánea.
Sin embargo otras formas tan legítimas como la financiera podrían ser igualmente consideradas, y consistir por ejemplo en ampliar ese mismo análisis financiero más allá de 30 años, si se quiere hasta unos 500 años atrás. Incluso sería aceptable analizar los diversos intercambios entre esas mismas dos o más partes en términos ya no financieros sino, por ejemplo, en el uso asimétrico de los recursos naturales planetarios, o como vamos a tratar en este apartado, en el ámbito del sometimiento y expolio de unos seres humanos por otros a lo largo de un segmento de nuestra historia.
Si fuera por tanto de interés tratar ese último tipo de intercambio, el histórico, y nos preguntáramos por si acaso alguna de las antiguas generaciones de españoles y españolas hubieran podido basar sus diversos modelos de producción parcial o totalmente en un usufructo ilegítimo (a ojos de hoy) de las riquezas y sobre todo, de los derechos, libertades y vidas de otros colectivos, que pudieran haber supuesto una ventaja comparativa histórica clara de las sociedades españolas en detrimento de las de los países de la actual Periferia (América Latina, África y Asia), pocos seríamos los que respondiéramos que no.
Por todo ello, puede convenirse en que existe una deuda histórica, una deuda histórica española con algunos países de la Periferia que se encuentra ricamente referenciada por miles documentos de relatos históricos y en los que se recogen los sesgados intercambios que la generaron.
El concepto de deuda histórica ha sido profesado desde diversos escenarios, pero es en el movimiento emancipatorio antirracista de la comunidad afro americana de los Estados Unidos en el que surge la iniciativa de utilizar la amarga evidencia de los largos años de esclavitud de la comunidad negra de los EEUU y de racismo, ejercidos por la comunidad blanca norteamericana, para reivindicar sus derechos y para exigir reparaciones al respecto.
Paulatinamente y también con carácter emancipador se lanza, desde algunos colectivos intelectuales de países del África negra, la deuda histórica en su acepción más amplia. Se refieren en este caso no sólo a la deuda generada por años de trata de esclavas y de ideologías racistas para su sometimiento cultural, social y económico, sino también por los genocidios y expolios rapaces acaecidos durante la conquista de sus pueblos, por el periodo posterior, el colonial, y finalmente por la actual fase neocolonial, en la que destacan el papel de las grandes corporaciones transnacionales, y las políticas comerciales y financieras viabilizadas por las gobiernos de los países ricos, las instituciones financieras internacionales incluido el Banco Mundial, y las élites locales cómplices.
Es por ello, que denominan a sus propios países como países empobrecidos en lugar de países pobres. Léase el siguiente fragmento del manifiesto de Jubileo Sur, Durban, agosto 2001 subrayando tal evidencia:
La esclavitud, el colonialismo o el neocolonialismo han causado un enorme mal a miles de millones de personas en todo el mundo. Estos mismos procesos han sido la base para a acumulación de una riqueza inmensa en manos de una pequeña élite centrada en el Norte.
Pero tal vez sea la Conferencia sobre el Racismo de Durban, República Sudafricana, agosto del 2001, donde mayor difusión se hace de esa deuda histórica que el Norte debería al Sur.
En aquella, los mandatarios de los países del Sur, en especial los de los subsaharianos, postulan más abiertamente que esa deuda histórica debe, en primer lugar, ser aceptada por los países invasores o usufructuarios (EEUU, Reino Unido, Francia, España, etc.), y en segundo lugar, proceder a su urgente reparación (por ejemplo, mediante la anulación de la deuda externa financiera, mediante un plan de financiación y ayuda oficial al desarrollo, el retorno de bienes culturales expatriados, etc.).
Esas demandas eran asumidas no sólo por una buena mayoría de países del mundo, si no también por algunos sectores del propio EEUU, como la comunidad negra o latina.
Como cabía esperar, países como EEUU, el Reino Unido y de Europa, amenazaron con no asistir a la cumbre si se daba peso a esa cuestión. El resultado fue una rebaja considerable de estas demandas bajo presión diplomática, y la segregación de las discusiones al ámbito de la conferencia paralela organizada también en Durban por ONGs y movimientos sociales opuestos a los términos de la cumbre oficial.
Finalmente, se considera oportuno tratar de ilustrar el concepto y legitimidad de la deuda histórica con un estudio de caso concreto sencillo, desarrollado a partir de la noticia del hallazgo de un galeón español hundido en las costas norteamericanas y cargado con toneladas de plata, toneladas obtenidas de la invasión española a las poblaciones indígenas de tierras latinoamericanas.
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