jueves, 29 de julio de 2010
Joseph E. Brown
El templo del indio era el propio mundo de la naturaleza y dentro de este santuario mostraba un gran respeto hacia toda forma, función y poder. El que el indio considerase sagradas todas las formas naturales que le rodeaban no constituye un hecho único, pues otras tradiciones (el Shinto japonés, por ejemplo) respetan las formas creadas como manifestaciones de las obras de Dios. Pero lo que es casi único en la actitud del indio es el hecho de que esta veneración hacia la naturaleza y hacia la vida es un aspecto central de su religión: cada forma del mundo que le rodea lleva en si tal cantidad de valores y significados precisos que tornados en conjunto constituyen lo que se podria denominar su «doctrina».
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